viernes, 23 de noviembre de 2012

La Ventana

PARTE I
LA VENTANA
 SIR_LYAM


  Estaba sentada con las piernas cruzadas mirando el vacío que se extendía ante ella, ajeno tras los cristales del ventanal. Las luces de la ciudad iluminaban su piel en tonos discordantes y formaban sobre ella un armonioso caleidoscopio de sombras; sus labios recién pintados de un sensual púrpura oscuro exhalaban el humo de un cigarrillo que se consumía demasiado deprisa, sostenido por unos dedos finos sin abalorios y acabados en largas uñas pintadas de negro. El ambiente estaba frío, y se abrazó a sí misma buscando un poco de calor. Cuando rozó sus costados sintió una punzada que la hizo descomponerse; abrió su camisa, observó la zona aún amoratada y sintió el mismo escalofrío que el momento en el que se produjo.


  Las imágenes acudieron a su mente de forma desordenada, quizás si hubiese…no, no, de ningún modo haría eso; era una de las pocas cosas que tenía claras en este momento de su vida, jamás haría nada que pudiera estropear aquello tan especial que tenían.

  Un coche atravesó la calle y el sonido del frenazo taladró sus oídos sacándola de su abstracción. Súbita se acercó al cristal, esperando ver el coche, pero no era el que esperaba, sólo unos jóvenes que habían trasladado la fiesta de la pista a la calzada. La calle quedó desierta cuando el coche dobló la esquina… Respiró profundamente y volvió a repasarlo todo desde el principio; no quería que ningún detalle estuviera fuera de lugar. Se miró en el espejo de pie que había junto a la cama. Estaba perfecta: los tacones negros, sin medias por supuesto; la pulsera del tobillo; la falda ajustada cuatro dedos por encima de las rodillas, la camisa blanca entallada y abierta hasta el tercer botón; lencería de seda, la mejor y más delicada que tenía, de color púrpura; el pelo suelto y alisado; nada de joyas ni maquillaje exagerado…sólo los labios… no faltaba nada, estaba tal y como describía la carta.


   Mientras recorría la habitación del hotel y repasaba todo su “equipaje” no podía dejar de imaginar cómo sería el hombre que entraría por la puerta, pero sólo recordar su voz hacía que una sonrisa se dibujara en su cara, incluso no pudo reprimir ruborizarse cuando se vio como una niña pequeña esperando el regalo que tanto ansiaba. Volvió a leer la carta; había seguido al pie de la letra todos los pasos, y aunque estuvo tentada varias veces en hacer la llamada, cuando miraba el teléfono desestimaba la idea…no podía llamarle…y no lo iba a hacer. Había permanecido sentada en la silla de la ventana durante más de tres horas, porque era ahí donde debía esperar, sin mirar hacia la puerta pasara lo que pasase, pero los nervios la estaban volviendo loca.




   ¿Es posible que con sólo una llamada de teléfono cambies toda tu vida? – se preguntaba una y otra vez, pero aquella voz…la forma de susurrarle…casi pudo sentir su aliento en el cuello y sus dedos rozándole el abdomen, oler su fragancia, el cosquilleo de la mano atusando sus cabellos y la leve presión cuando la mano se cerraba y enredaba en ella su melena; su respiración se aceleraba sólo imaginar la sensación del suave tirón que echaba su cabeza atrás y dejaba el cuello a su disposición; cuando el metal rozó sus labios y recorrió su fina piel, el gélido contacto hizo que sus músculos se tensaran pero cuando comenzó a bajar por su pecho, su ombligo, su cintura…no pudo contenerse más, y sintió la humedad en sus muslos.



  Se puso muy nerviosa…corrió al baño en busca de la limpieza que le habían exigido, temiendo que la puerta se abriera y no estuviera en su sitio…pero no se abrió. El hotel parecía que esperaba junto a ella. Nadie en los pasillos, silencio en las escaleras, los ascensores en el Bajo y con las puertas abiertas…ni siquiera estaba segura que las habitaciones colindantes estuvieran ocupadas esa noche. Ya no estaba segura de nada.

   El hotel del lado opuesto de la calle parecía que rebosaba de vida. El gran neón que pintaba su piel relucía sobre decenas de cabezas que no paraban de entrar y salir de las puertas doradas y pasadas de moda. Las ventanas sucias, la mayoría cubiertas con raídas cortinas que ocultaban lo que ocurría en el interior de las habitaciones de los ojos de los más curiosos… el lado obsceno de la noche… allí fue donde ocurrió…jamás podría olvidarlo… y el dolor en sus costillas se hizo más intenso. -¿porqué de todos los hoteles de la ciudad me habrá tenido que citar precisamente enfrente de ése???


 Fue al baño y secó el sudor que empezaba a asomar tímido, como pidiendo permiso. Gastó mucho cuidado de no alterar la fina capa de maquillaje que cubría su rostro, y que por suerte había sido suficiente para tapar la marca que aún lucía en la mejilla. No quería estar marcada cuando la puerta se abriera…y temía la reacción que podría causar el hematoma de su costado. ¿Y si no le agradaban las marcas? ¿Y si detrás de esa voz profunda y dulce había un corazón vacío y lleno de maldad? ¿Y si volvía a sucederle de nuevo?... Una lágrima se deslizó furtiva por su mejilla y sintió su salado sabor en sus labios…

 Una ambulancia dio origen a un tumulto callejero cuando aparcó delante del hotel que la vigilaba tras la ventana, y armó un fuerte revuelo de curiosos que se acercaron a la zona. Las sirenas de la policía no hicieron más que contribuir al caos existente. Tras dos interminables horas una camilla salió del hotel flanqueada por el equipo de sanitarios, con un hombre tapado hasta el cuello con una sábana blanca que se iba tiñendo de rojo a ambos lados a mediación de la camilla. Se puso muy nerviosa… las horas pasaban y ella seguía sentada en la misma silla, en la misma postura…hasta que perdió la noción del tiempo. El cielo comenzó a arrojar suaves trazos de amanecer en el asfalto, y las farolas que lo alumbraban se apagaron. Somnolienta apreció una figura que salía de la puerta del motel del vicio que la había observado toda la noche, y cruzaba la acera… era un hombre vestido de negro y con un largo abrigo que ondeaba al fresco aire de la mañana… ¿había entrado en el hotel? No estaba segura… El teléfono de la habitación la sobresaltó y rápidamente respondió a la llamada con la voz temblorosa.

 Dígame? – Señorita, hay un sobre para usted – Ni respondió. Bajó apresurada a la recepción, donde un señor mayor y aspecto amable le entregó un sobre cerrado y lacrado en púrpura con el detalle de una flor de lys grabado en la cera. No pudo esperar para abrirlo. En su interior había una hoja doblada cuyo papel le resultaba muy familiar…había tenido en la mano un papel como ese toda la noche…

La desdobló y reconoció la letra al instante:
“Si estás leyendo esto es porque todo ha salido bien. El vestuario perfecto, tu forma de sentarte, tus gestos, tus miedos… Ahora estás preparada para el siguiente paso…y a partir de ahora jamás nadie te hará daño, porque yo cuidaré de ti “

  Una lágrima cayó sobre las últimas líneas emborronando la tinta aún sin secar; ahora lo entendía todo, ahora sabía que sería suya para siempre.
  


                                                                                         Nota: Tanto las imágenes expuestas cómo la gran mayoría de los textos tienen Copyright  de sus respectivos Autores. En caso de que alguno de los mencionados no deseen aparecer póganse en contacto con nosotros y el material será eliminado de forma inmediata.  
2012-EsenciaD/s

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